viernes, 16 de noviembre de 2018

Castilla de Ramón Pérez de Ayala. Poesía española actual.


Castilla de Ramón Pérez de Ayala.

Cruzan por tierra de Campos, desde Zamora a Palencia
-que llaman tierra de Campos los que son campos de tierra-.
Hacen siete la familia: buhonero, buhonera,
los tres hijos y dos burras, flacas las dos y una ciega.
En un carricoche lento, bajo la toldilla, llevan
unas pocas baratijas y unas pocas herramientas
con que componer paraguas y lañar vajilla en piezas;
tres colchoncillos de estopa, tres cabezales de hierba
y tres frazadas de borra: toda su casa y hacienda.
Cae la tarde. La familia marcha por la carretera.
Dan rostro a un pueblo de adobes que sobre un teso se otea.
Dos hijos, zagales ambos, van juntos, de delantera.
Uno, bermejo, en la mano sostiene una urraca muerta.
El padre rige del diestro las borricas, a la recua.
Viste blusa azul y larga que hasta el tobillo le llega,
la tralla de cuero al hombro, derribada la cabeza.
A la zaga del carrillo, despeinada, alharaquienta,
ronca de tanto alarido, las manos al cielo abiertas,
los pies desnudos a rastras, camina la buhonera.
Pasa la familia ahora junto al solar de las eras.
Éste trilla, aquél aparva, tal limpia y estotro ahecha.
Un gañán, riendo, grita: – “¿Hubo somanta, parienta?”.
La familia sube al pueblo y acampa junto a la iglesia.
- “¿Qué ocurre, buena señora? ¿Por qué así gime y reniega?”
- “Mi fija que se me muere, mi fija la más pequeña.”
- “¿Dónde está, que no la vemos?” – “Dentro del carrico pena.
Anda más muerta que viva.” Nunca tal cosa dijera.
Van las mujeres de huída clamando: – “¡Malhaya sea!
La peste nos traen al pueblo. Échalos, alcalde, fuera.
Suban armados los mozos. Llamen al médico apriesa”.
El médico ya ha llegado. Mirando está ya a la enferma:
una niña de ocho meses que es sólo hueso y pelleja.
- “Vecinas, ha dicho el médico, no hay peste, esto es, epidemia.
La niña se ha muerto de hambre. Y al que se muere lo entierran.”
- “Lleva la bisutería; alma, vida, princesa.
Lleva la bisutería contigo bajo la tierra.
Pendientes de esmeralda en las orejas.
Al cuello, el collar de turquesas.
En el pelo dorado, las doradas peinas.
Llévalo todo, todo. Nada, nada nos queda.”
Campanas tocan a gloria. Marchan por la carretera,
cruzando tierra de Campos, desde Zamora a Palencia.


Ramón Pérez de Ayala y Fernández del Portal (Oviedo, 9 de agosto de 1880-Madrid, 5 de agosto de 1962) fue un escritor y periodista español.
BIOGRAFÍA
Ramón Pérez de Ayala Fernández del Portal nació en Oviedo el 9 de agosto de 1880. Era hijo de don Cirilo, oriundo de Tierra de Campos (Reino de León), y de doña Luisa, de Asturias, concejo de Valdés-Luarca, su madre murió cuando él era pequeño. Fue bautizado en la iglesia de San Isidoro. A los nueve años ingresó en el colegio de jesuitas de San Zoil, en Carrión de los Céspedes, Palencia. Dos años más tarde pasó al colegio de la Inmaculada Concepción, en Gijón.
Estudió Derecho en la Universidad de Oviedo bajo la protección de Leopoldo Alas, "Clarín". Allí entró en contacto con los pensadores del Krausismo, entre ellos Rafael Altamira, Posada. Le atraía tanto el Regeneracionismo de sus mentores como el Decadentismo estético de la Europa de preguerra.
En 1903 formó parte de la revista «Helios» de tendencia modernista. En 1904 publicó su primer libro «La paz del sendero» elogiado por Rubén Darío. A partir de entonces, su principal actividad sería la literatura.
Pedro González Blanco lo puso en contacto con los modernistas de Madrid: Jacinto Benavente, Francisco Villaespesa, Gregorio Martínez Sierra, Juan Ramón Jiménez, Ramón María del Valle-Inclán y José Martínez Ruiz, "Azorín". A partir de 1904 empezó a colaborar en El Imparcial y ABC. En 1907 se fue a vivir a Londres. Al año siguiente su padre se suicidó tras arruinarse.
Volvió a Madrid donde colaboró con diversos medios: «El Heraldo», «El Imparcial», «Alma española», «El Liberal».
En 1913 contrajo matrimonio con Mabel Rick y se estableció en Madrid. Consiguió un empleo en el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes.
Vivió diez meses en Estados Unidos en 1919.
Se le concedió el el Premio Nacional de Literatura en 1927 y en 1928 fue nombrado académico de la Lengua.
En 1931, con José Ortega y Gasset y Gregorio Marañón, firma el manifiesto «Al servicio de la República», manifiesto antimonárquico que tuvo extraordinaria influencia sobre la opinión pública y valió a los tres el apelativo "Padres espirituales de la República". Al proclamarse la republica se le encargó la Dirección del Museo del Prado.
En 1932 fue nombrado Embajador en Londres, cargo del que dimitió en 1936 descontento del rumbo político que imponía el Frente Popular. Volvió a España donde cambió de bando y se posicionó a favor de los sublevados en contra de la República democrática, tras la guerra continuó de funcionario de la embajada española. La amputación de la pierna del menor de sus hijos, primero, y la muerte, después, del mayor, fueron los golpes de gracia que hicieron del suyo un verdadero «dolorido sentir» y lo que le decidió a volver a Madrid, en diciembre del 54. Había pasado fuera de España veinte años. Sus libros en la España nacional no tenían libre circulación y los americanos estaban prohibidos. Regresó definitivamente a España en 1954. Murió en Madrid el 5 de agosto de 1962.
Toda la obra de Pérez de Ayala parece un experimento literario en el que utiliza la ironía y lo bufo. La frontera entre o irónico y lo real se difumina entonces en un pesimismo vital.
Su obra es dividida por la crítica en dos épocas, una primera época juvenil en que se caracteriza por una visión pesimista de la vida, que se trasluce a través de una sutil ironía, pero a partir de la publicación de Belarmino y Apolonio (1921) empezó su segunda etapa, donde abandonó el realismo en favor del simbolismo caricaturesco y el lenguaje se recargó con componentes ideológicos propios del ensayo.
El estilo de Ramón Pérez de Ayala se caracteriza por la ironía y el uso de un lenguaje muy refinado, donde abundan las alusiones, las citas encubiertas y la intertextualidad, por la abundancia de cultismos y helenismos y por el uso ocasional de las técnicas degradantes del esperpento. El perspectivismo y el contrapunto son técnicas que a veces utiliza, dividiendo incluso la página en dos columnas para contrastar puntos de vista. En su primera etapa reproduce de forma casi naturalista los sonidos.
La originalidad de los planteamientos y argumentos de sus novelas lo convierten en uno de los mejores escritores españoles de este siglo.

BIBLIOGRAFÍA

Poesía

La paz del sendero (1904)
El sendero innumerable (1916)
El sendero andante (1921)

Ensayo
Hermann encadenado. Libro del espíritu y el arte italiano (1917)
Las máscaras (1917-1919)
Política y toros (1918)
Amistades y recuerdos (1961)
Fábulas y ciudades (1961)

Novela

Sonreía, 1909. Novela corta en «Los contemporáneos»
Tinieblas en las cumbres (1907)
La pata de la raposa (1911)
A. M. D. G. (1910)
Troteras y danzaderas (1913)
Prometeo, Luz de domingo, y La caída de los limones, (Novelas poemáticas de la vida española), 1916. Novelas cortas.
Bajo el signo de Artemisa (1924), novelas cortas: Prometeo, Luz de domingo, La caída de los limones.
El ombligo del mundo (1924)
Los trabajos de Urbano y Simona (1923)
Belarmino y Apolonio (1921)
Tigre Juan y El curandero de su honra (1926). Novela en dos volúmenes.


 


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