viernes, 25 de mayo de 2018

Museo del Prado. Lugares para visitar en Madrid.

El Museo Nacional del Prado, en Madrid  es uno de los más importantes del mundo,  así como uno de los más visitados.
Especialmente rico en cuadros de maestros europeos de los siglos XVI al XIX.
El historiador del arte e hispanista Jonathan Brown declara que «pocos se atreverían a poner en duda que es el museo más importante del mundo en pintura europea».



Su principal atractivo radica en la amplia presencia de Velázquez, el Greco, Goya (el artista más extensamente representado en el museo), Tiziano, Rubens y el Bosco, de los que posee las mejores y más extensas colecciones que existen a nivel mundial,  a lo que hay que sumar destacados conjuntos de autores tan importantes como Murillo, Ribera, Zurbarán, Rafael, Veronese, Tintoretto, Van Dyck o Poussin, por citar solo algunos de los más relevantes. 
A principios de 2017 el total de obras expuestas rondaba las 1300.
El inventario de bienes artísticos comprende, a febrero de 2017, más de 35 000 objetos, desglosados en 8045 pinturas, 10 219 dibujos, 6159 grabados y 34 matrices de estampación, 971 esculturas (además de 154 fragmentos), 1189 piezas de artes decorativas, 38 armas y armaduras, 2155 medallas y monedas, 5306 fotografías, 4 libros y 155 mapas. 
Al igual que otros grandes museos europeos, como el Louvre de París y los Uffizi de Florencia, el Prado debe su origen a la afición coleccionista de las dinastías gobernantes a lo largo de varios siglos.



Muchos expertos la consideran una colección «de pintores admirados por pintores».
Las escuelas pictóricas de España, Flandes e Italia (sobre todo Venecia) ostentan el protagonismo en el Prado, seguidas por el fondo francés, más limitado si bien con buenos ejemplos de Nicolas Poussin y Claudio de Lorena. La pintura alemana cuenta con un repertorio discontinuo, con cuatro obras maestras de Durero y múltiples retratos de Mengs como principales tesoros. Junto al breve repertorio de pintura británica, circunscrito casi al género del retrato, hay que mencionar la pintura holandesa, una sección no demasiado amplia pero que incluye a Rembrandt. 
Aunque sean aspectos menos conocidos, el museo cuenta también con una importante sección de Artes decorativas (Tesoro del Delfín) y con una colección de esculturas, en la que destacan las greco-romanas. 
Junto con el Museo Thyssen-Bornemisza y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Museo Nacional del Prado forma el llamado Triángulo del Arte, meca de numerosos turistas de todo el mundo. 



Secciones
Pintura española:
Con casi 4.900 piezas, la sección de pintura española no solo es la más completa y nutrida del Museo, constituyendo el núcleo central de sus fondos, sino que representa también la colección más importante numérica y cualitativamente que de esta escuela existe en el mundo.  Cronológicamente abarca desde murales románicos del siglo XII hasta los primeros años del siglo XX. 

Pintura italiana:
La colección de pintura italiana consta de más de mil obras y es sin duda uno de los grandes atractivos del Museo, aun cuando adolezca de ciertas lagunas, sobre todo en lo referido a obras anteriores al siglo XVI. A pesar de que ya en tiempos de Juan II de Castilla la literatura italiana tuvo gran influencia en España, las novedades en el campo de las artes plásticas llegaron con retraso, siendo su presencia hasta el siglo XVI muy escasa. Ello fue debido en gran parte a la predilección tanto del propio rey como de su hija, Isabel la Católica, por la pintura flamenca, y es la causa de que la colección de primitivos italianos del Museo sea muy reducida. 

Pintura flamenca:
La sección de pintura flamenca es la tercera del Museo, tanto por cantidad (más de mil obras), como por calidad, sólo por detrás de la española y casi al nivel de la italiana. Al igual que en el caso de ambas, gran parte de sus fondos proviene de la Colección Real. Comprende por un lado primitivos flamencos como Robert Campin (con cuatro obras de las aproximadamente veinte que se le atribuyen), Weyden (El descendimiento de la cruz), Dieric Bouts, Petrus Christus y Hans Memling, y la mejor colección a nivel mundial de el Bosco. De este artista el museo conserva tres de sus obras maestras: los trípticos de El jardín de las delicias, El carro de heno y la Adoración de los Magos. Proceden de la colección personal de Felipe II, tan aficionado a este pintor, que ordenó comprar cuantas obras suyas se pudiese. 



Pintura francesa:
Es la cuarta escuela nacional más extensamente representada, con más de trescientas pinturas, aunque a mucha distancia de las tres anteriores. Como en el caso italiano y flamenco, aquí las circunstancias históricas también ejercieron gran influencia, y la casi permanente beligerancia entre España y Francia a lo largo de los siglos XVI y XVII restringió los intercambios artísticos entre ambos países, a lo que se unieron las diferencias de gustos imperantes en cada uno de ellos. 

Pintura alemana:
Pocas son las obras de pintura alemana conservadas en el Prado e históricamente en España en general (hasta la llegada de la colección Thyssen). A pesar de la fuerte relación de los Habsburgos españoles con el Sacro Imperio Romano Germánico, la mayoría de los monarcas hispanos se decantaron por otro tipo de pintura. A causa de ello esta colección es reducida en número, aunque de gran calidad. 

Pintura holandesa:
La continua hostilidad (en muchas ocasiones guerra abierta) entre España y las Provincias Unidas tras la separación de éstas en 1581 dificultó extraordinariamente la llegada a España de pintura del siglo XVII de dicho país, el período de mayor esplendor de esta escuela, a lo que contribuyó además el rumbo tomado por la pintura neerlandesa tras la independencia, buscando un estilo propio que se apartaba y en muchos casos era incluso antagónico del ideal clasicista, lo que hizo que durante largo tiempo no resultara del gusto de los coleccionistas, no sólo de España, sino también de otros países en los que el arte clásico seguía teniendo gran vigencia, como Francia e Italia. Así, mientras los coleccionistas españoles se inclinaban mayoritariamente por obras religiosas y mitológicas, en Holanda tuvieron un gran auge los géneros del paisaje, las marinas, los bodegones y las escenas costumbristas, adquiridos por una burguesía que deseaba de ese modo expresar su identificación con su tierra y con su estilo de vida. Todo ello redundó en que la colección del Museo del Prado no sea especialmente extensa, faltando además en ella nombres fundamentales como Johannes Vermeer y Frans Hals. La mayor parte de las obras que posee el Prado proceden de la Colección Real y casi todas fueron adquiridas ya en el siglo XVIII, especialmente por parte de Felipe V y su segunda esposa, Isabel de Farnesio. 



La pintura holandesa cuenta con cien obras, casi todas del siglo XVII,  entre las que destaca un importante cuadro de Rembrandt: Judit en el banquete de Holofernes, antes identificado como Artemisa recibiendo las cenizas de Mausolo o como Sofonisba recibiendo la copa de veneno. Se trata de una de las obras maestras del periodo temprano de Rembrandt, que parece retratar a su mujer Saskia en la figura femenina principal. 

Pintura británica:
La histórica rivalidad entre España y el Reino Unido, que arranca en el siglo XVI con la subida al trono de Isabel I de Inglaterra y su definitiva separación de la Iglesia de Roma, no contribuyó precisamente a facilitar la adquisición de obras de arte británicas por la Monarquía española (no obstante, en Madrid hay una representación relativamente amplia de esta escuela en el Museo Lázaro Galdiano, de fundación privada). Ello redundó en que la sección de pintura inglesa del Museo del Prado sea pequeña, tan solo veintiocho obras (además de otras dos de atribución dudosa) de dieciocho pintores (o veinte). Además es de escasa variedad, puesto que la gran mayoría son retratos realizados entre la segunda mitad del siglo XVIII y la primera del XIX, y está constituida por piezas de cierta calidad pero poco representativas, excepto en el caso de las de Thomas Lawrence.114 Los cuadros que hay llegaron mediante algunas compras y varias donaciones, dos a finales del siglo XIX y el resto en el XX. 

Otras escuelas:
Más reducida aún, apenas testimonial, es la presencia de pinturas del resto de las escuelas: hispanoamericana (más de una veintena, pero depositadas en el Museo de América), filipina, sueca (Adolf Ulrik Wertmüller, August Franzén, Bernhard Österman), danesa (Eberhard Keil -Monsù Bernardo-), estadounidense, centroeuropea... Respecto a la escuela portuguesa, pese a la cercanía geográfica y a la estrecha relación entre las monarquías española y lusa, especialmente en tiempos de los primeros Habsburgo, la presencia de pinturas de aquel país es ínfima, reduciéndose a seis obras, casi todas del siglo XIX o principios del XX. Las piezas más destacadas son las dos del siglo XVI, los óleos Catalina de Austria, reina de Portugal, como Santa Catalina, obra de Domingo Carvalho, y El rey don Sebastián de Portugal, de Cristóvão de Morais (en España también llamado Cristóbal de Morales).



viernes, 4 de mayo de 2018

Federico García Lorca. Idilio. Poesía española.


“Idilio” de Federico García Lorca es un poema en el que se menciona la primavera como contexto para hablar del amor.
Federico García Lorca fue un poeta español, de la Generación del 27. El poeta de mayor influencia y popularidad de la literatura española del siglo xx.



Idilio (Federico García Lorca)

Tú querías que yo te dijera
el secreto de la primavera.
Y yo soy para el secreto
lo mismo que es el abeto.
Árbol cuyos mil deditos
señalan mil caminitos.
Nunca te diré, amor mío,
por qué corre lento el río.
Pero pondré en mi voz estancada
el cielo ceniza de tu mirada.
¡Dame vueltas, morenita!
Ten cuidado con mis hojitas.
Dame más vueltas alrededor,
jugando a la noria del amor.
¡Ay! No puedo decirte, aunque quisiera,
el secreto de la primavera.




Obras de Federico García Lorca

Libros de poesía
    Libro de poemas (1921)
    Poema del cante jondo (1921)
    Oda a Salvador Dalí (1926)
    Romancero gitano (1928)
    Poeta en Nueva York (1930)
    Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1935)
    Seis poemas galegos (1935)
    Diván del Tamarit (1936)
    Sonetos del amor oscuro (1936)

Obras teatrales

    El maleficio de la mariposa (1921)
    Mariana Pineda (1927)
    La zapatera prodigiosa (1930)
    Retablillo de Don Cristóbal (1930)
    El público (1930)
    Así que pasen cinco años (1931)
    Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín (1933)
    Bodas de sangre (1933)
    Yerma (1934)
    Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores (1935)
    La casa de Bernarda Alba (1936)
    Comedia sin título (inacabada) (1936)

Prosa

    Impresiones y paisajes (1918)


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